EL CIRCO DE LA CAMPAÑA ELECTORAL

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Hoy finaliza la campaña electoral más mediática que he vivido hasta ahora. Mediática, no por el uso de los medios de comunicación, sino por la sustitución de los espacios políticos por formatos más cercanos al espectáculo. Este hecho ha llamado mi atención desde hace meses y me enfrenta al dilema de valorar si elegiremos al candidato más mediático o a áquel que mejor gestione nuestro país y lo que afecta directamente a nuestras vidas.

La crisis económica que aún vivimos ha ido más allá. Ha trastocado nuestro modelo social y ciudadano y, como punto positivo, ha devuelto la implicación en política a muchas personas que habían confiado este aspecto a los gestores de la España que iba bien. El descrédito de la clase política y las penurias que muchos hemos visto o vivido generan una reacción pasional. Ahora exigimos que los políticos estén más cerca de los ciudadanos, sean capaces de empatizar y comprender qué sucede en la sociedad española, comuniquen. En definitiva, buscamos políticos más humanos, más cercanos.

Sin embargo, el peligro de este acercamiento emocional y pasional a la política puede hacernos olvidar que quienes vamos a elegir el próximo domingo gestionarán la política de nuestro país durante los próximos años. Y esto parece haberse olvidado durante la campaña electoral. Si bien, puede parecer interesante conocer las aficiones de los candidatos o detalles de su vida personal, ¿en qué momento ha ganado más importancia en los medios de comunicación y quienes diseñan las campañas mostrar las dotes artísticas o deportivas de los candidatos en lugar de exponer qué quieren hacer en España y cómo lo realizarán? ¿Alguien tiene claro qué quieren hacer los principales partidos con materias tan cruciales como el modelo educativo, el modelo laboral y social o el modelo industrial de nuestro país? ¿Acaso se ha afrontado detenidamente cómo paliar el problema de nuestro sistema de pensiones, ligado inexcusablemente al modelo laboral y al problema demográfico que tenemos en España? Me hubiera gustado que se hubiera dedicado más tiempo en televisión a explicar este tipo de cosas, más allá de titulares o frases que contentan a la ciudadanía.

Mención aparte requiere la falta de cumplimiento de los programas electorales. ¿No deberíamos exigir los electores un seguimiento de dichos programas durante la legislatura en lugar de dar por hecho que están para incumplirse? No solo eso, deberíamos exigir y plantearnos si lo que se propone es factible y viable o quedará tan solo en una batería de buenas intenciones.

Tengo la impresión que el domingo será una jornada electoral histórica, no solo por la participación y por la pluralidad que saldrá de las urnas sino porque será la culminación de un nuevo modo de comunicación política. Los platós de televisión llegarán al Parlamento. Bienvenida sea la democracia, bienvenida sea la capacidad de elección.

Noelia Hernández 

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