Siempre he observado con curiosidad cómo se usan las cifras económicas en política, a conveniencia del que las utilice. Muchas veces me ha surgido la duda de si se desconoce el significado de los datos que se mencionan o simplemente se oculta porque nos interesa en un momento dado. Mi experiencia real es que hay una conjunción de ambos, en todos los bandos. Y, por desgracia, los ciudadanos no cuentan con toda la información y la formación para desgranar qué se les está contando.
Durante los últimos años he sido testigo del interesante caso de las inversiones extranjeras en la Comunidad Valenciana. Resulta que la Secretaria de Comercio elabora una estadística desde 1.994 en la que recoge las inversiones anuales extranjeras en España. Lo que se denomina inversión productiva es una participación mínima de un 10%. Sería un debate interesante considerar si un 10% puede considerarse influyente en la operativa de una empresa, pero ese no es el caso.
Las inversiones de la Comunidad han sido relativamente bajas para el peso que debería tener en España. Sus causas podrían ser muchas. Además, como se ve en la gráfica, hay picos coyunturales en estas cifras que coinciden con movimientos sectoriales o empresariales puntuales.
Pues bien, se afirma que en los últimos dos años se ha batido el récord de inversiones. Ya se ve que no es así. La cifra de 2017 ascendió a 1.180 millones de euros y la de 2018 a 969 millones de euros. Estas cifras son las inversiones brutas, es decir, en muchos movimientos hay ventas de una empresa o fondo extranjero a otro/a también no nacional, por tanto, las inversiones netas son mucho menores ya que hay dinero que sale.
Se da la paradoja de que de los 1.180 millones de euros de 2017, 274 millones corresponden a la venta de Keraben al grupo británico Victoria , 606 millones de euros por la compra de Esmalglass por parte del fondo Lone Star y la importante operación de fusión de IVI con la empresa estadounidense RMA, con el objetivo de expandirse fuera de nuestras fronteras. Mientras, en 2018, algunas inversiones principales también provienen de estos sectores, como la venta de las Clínicas IMER al grupo alemán NL Holding, la venta de Cerámicas Saloni al grupo británico Victoria por 96,7 millones de euros o la venta de Cerámicas Halcón al fondo SK Capital Partners. Muy pocas operaciones de mucho importe que distorsionan la conclusión final.
¿Cuáles son las razones? En el caso del sector cerámico, el proceso de concentración y reestructuración de los últimos años para ganar competitividad, siendo el sector español más rentable que otros competidores y con un aumento de ventas por el mercado nacional, ligadas al repunte de la construcción. La medicina reproductiva en España ha gozado de una regulación más beneficiosa que en otros países europeos por lo que han conseguido ganar cuota y atraer pacientes internacionales. Esta posición dominante le permite aumentar su cuota internacional o que otros grupos aprovechen esta «permisividad» legal. Además, hay otras operaciones como la venta de Solvia, del Banco Sabadell (domiciliada en Alicante por la crisis catalana) al fondo sueco Intrum por 240 millones de euros, así como la venta de la start-up Idai Nature al grupo portugués Sapec Agro Business.
En definitiva, la inversión extranjera que se traduce en un cambio de accionistas de empresas que ya existen en nuestro territorio no siempre se va a traducir en un aumento de la actividad ni en un crecimiento del empleo. De hecho, algunos de estos cambios accionariales por la puesta en marcha de otras estrategias han provocado reajustes de empleo como en Saloni, Keraben o IVI porque su objeto es crecer en otros mercados o ganar tamaño. Tampoco siempre tiene relación con la política o la situación global de un territorio sino con un sector o con el desarrollo de una empresa. Son, por tanto, decisiones coyunturales económicas.
Como otro ejemplo, en 2018 en España y en la Comunidad de Madrid se ha alcanzado un récord de inversión extranjera. ¿Es esto mérito del Gobierno de España y el madrileño? Pues teniendo en cuenta que la mayor parte de esa cifra se debe solo a la venta de Abertis, la conclusión es distorsionada si solo se da el crecimiento de la inversión. Si prescindimos de esa operación, no habría tal evolución.
¿Se puede atribuir la responsabilidad por estas operaciones a uno u otro gobierno? No. ¿Se debería analizar o tener más información para extraer conclusiones? Sí. ¿Los ciudadanos deberían ser capaces de diferenciar entre informaciones? Pues sería lo deseable en este momento de fake news y teatrillos. Contribuyamos un poco.