Los debates y las opiniones sobre las cabalgatas de Reyes Magos de este año, sobre todo áquellas de ayuntamientos gobernados por partidos de izquierdas, ocupan las tertulias y editoriales en los medios de comunicación de los últimos días. El escándalo creado en torno a la estética de las cabalgatas ha hecho rasgarse las vestiduras a lo más granado de alguna política y algunos medios de comunicación. Todo en pro de las tradiciones.
Ay, las tradiciones y los Reyes Magos. Qué son a su lado los insultos a políticas y participantes femeninas en estos desfiles… Proferidos por los mismos periodistas que claman por mantener la ilusión de los niños. Sin embargo, pueden llamar prostitutas, feas, gordas, pelirratas y demás lindezas sin que se monte semejante circo mediático. Para gustos los colores. Pero me llama la atención la tolerancia con ciertos comportamientos agresivos y denigrantes hacia las mujeres, mientras se llenan páginas y páginas con las ocas, los camisones de los Reyes o los calcetines supuestamente robados que repartían.
El caso es que ser mujer y política en España parece abrir la veda para que algunos sectores opinen sobre tu imagen y forma de vestir. ¿Es lo más importante de un político el peinado que lleva y su belleza? Sinceramente, yo espero oir un discurso coherente con sus ideas, poseer capacidad de gestión, decisión, empatía, honradez y valentía. Esos serían algunos de los atributos que preferiría destacar de un político, sea hombre o mujer. ¿Será acaso que todos nuestros políticos hombres serían merecedores de cualquier título de belleza? ¿Quizá todos los periodistas que escriben este tipo de comentarios eclipsarían a cualquier Adonis que se precie? Seguro que no y tampoco nadie se lo demanda.
Aún recuerdo la polémica creada cuando Trinidad Jiménez estaba “excesivamente sexy” en una campaña electoral. ¿En qué quedamos? Si a alguien le parece poco agraciada, malo. Si le parece atractiva, peor. El último caso es el de Inés Arrimadas. ¿Alguien recuerda algo tan denigrante con un político hombre como editar una entrevista en un periódico con una foto decapitada? ¿O la multitud de críticas que se le hacen sobre ser “una copia de” o no tener ideas propias? He tenido la oportunidad de verla en su actividad parlamentaria y creo que esas críticas son inmerecidas. Tanto como la condescencia con la que le trataba algún rival político masculino.
Por suerte, cada vez hay más mujeres en los parlamentos españoles, fruto del esfuerzo de muchos políticos y políticas. Las discusiones sobre las cuotas y las listas cremalleras continúan. Los motivos esgrimidos: las personas deben llegar por sus méritos y su valía. Totalmente de acuerdo con valorar esas virtudes pero, ¿significa esto que todos los políticos masculinos que llegan a las listas de los partidos son los más preparados y los que más méritos tienen en sus partidos? ¿Todos los ministros, consellers, concejales, diputados masculinos de la historia española han sido los más brillantes de la sociedad? ¿Por qué entonces ese doble rasero y la diferente exigencia entre géneros?
Aún así, queda camino para la normalización. Las mujeres seguimos siendo minoría en las comisiones económicas, por ejemplo. Pocas Ministras de Economía o Industria. La querencia por las políticas sociales puede ser impuesta o elegida, quizá fruto de la falta de referentes. A riesgo de que me llamen feminazi, machorra o lindezas del estilo (como me han llamado en las últimas semanas), confío en que la igualdad y la normalización sea un hecho en el futuro próximo. Y que este espectáculo bochornoso no se permita en un medio de difusión pública.
Noelia Hernández
Imagen: gratisography.com