
Hace unas semanas, hablaba con un colega y socio israelí sobre las «modas» en innovación y tecnología. Bromeaba sobre el nuevo descubrimiento de la innovación dual en Europa. Y, como me decía, llegamos tarde.
Efectivamente, cuando llevas trabajando muchos años en el contexto tecnológico internacional, ves pasar las modas, los gurús y los impulsos programáticos con cierto escepticismo. Esperando ver qué queda de cada nueva oleada.
Sin embargo, la innovación dual era algo necesario y que, si no se ha desarrollado en Europa, como se lleva haciendo décadas en EE.UU., Israel o China, ha sido principalmente por el refuerzo negativo de las políticas de apoyo a la innovación y al desarrollo tecnológico. Esto es, por nuestro pasado bélico y el propio origen pacificador de la UE, todas las cuestiones relacionadas con la defensa y la seguridad han estado tradicionalmente vetadas de los mayores fondos de apoyo financiero a la I+D+i. Si desarrollabas alguna tecnología o solución susceptible de ser usada para uso civil y militar, se podían encender todas las alarmas de los financiadores públicos. Y, muchas veces, arrastraba este recelo a los fondos privados. Tengamos en cuenta que la posibilidad de conseguir dinero público es una variable crucial para determinar qué investigación se desarrolla en universidades y centros tecnológicos, por tanto, durante muchos años, la innovación dual no era un ámbito atractivo.
La I+D+i se desarrollaba en centros y empresas únicamente especializadas en defensa, aeroespacial y emergencias. Con algunas pocas empresas adentrándose en el ámbito dual. Pero con una casuística mucho más limitada que en otros países
No voy a repetir los consabidos ejemplos de productos que han tenido su origen en la investigación en el campo de defensa y aeroespacial, como el GPS, internet o la comida enlatada. Hay muchos más ejemplos de tecnologías en las que estamos trabajando los especialistas en innovación y desarrollo que tienen cabida en los ámbitos de defensa, seguridad y aeroespacial: IA aplicada a robotización o automatización de vehículos, como drones o robots subacuáticos, herramientas de visión nocturna, fotónica y semiconductores, soluciones para prevención de incendios, o el uso de datos satelitales. Todos estos desarrollos tienen casos de uso duales. Sin embargo, se carece de una forma de trabajar colaborativa.
Y esta es una de las barreras que se debe vencer y fomentar. En mi trabajo con startups y empresas innovadoras que quieren entrar en estos sectores, una de las principales cuestiones a desarrollar es el trabajo colaborativo con un sector bastante conservador y acostumbrado a trabajar de forma interna. Esto no solo afecta a las posibilidades de implementar innovación abierta con empresas de otros sectores civiles (por falta de hábito y un idioma común), sino que es necesario provocar un cambio de cultura organizacional y de co-creación para entender las formas de aplicación de nuevos desarrollos tecnológicos a ambos lados, tanto el civil como el militar. En definitiva, se trata de crear espacios de colaboración y transferencia de conocimiento, en un campo, hasta ahora no explorado.
Además, otra de las cuestiones fundamentales para las empresas de ámbito civil es entender cómo funcionan las cadenas de suministro y los procesos de contratación en los campos de defensa y aeroespacial. Puesto que muchos de los principales actores son organizaciones públicas nacionales y multilaterales, conocer la compra pública e implementar la compra pública de innovación es otra tarea pendiente. Desde la invasión de Ucrania, varios países europeos han puesto en marcha programas de apoyo a la innovación dual o a la innovación en defensa. Sin embargo, algunos de los que cuentan con un sector nacional medianamente consolidado, vuelven a caer en ciertas restricciones proteccionistas que no van a posibilitar la creación de potencias europeas. Y esta es una de las principales problemáticas del sector europeo: se ha desarrollado en islas nacionales (a excepción de un número muy pequeño de empresas con cierta envergadura internacional), con regulaciones y requisitos no extrapolables al resto del continente.
Algunas de estas cuestiones las estamos trabajando en programas como EUSPA o EUDIS, que fomentan el impulso de la innovación dual y su escalado europeo. Sin embargo, las visiones políticas de concentración de la actividad industrial y su financiación en unos pocos actores de cada Estado no va a conseguir que se genere una vertebración de la industria, ni la colaboración tecnológica entre sectores civiles y militares, así como expandir el potencial de empresas con tecnologías avanzadas, con diversos casos de uso. El escalado internacional y la generación de alianzas de desarrollo y explotación, así como abrir la puerta a la implantación de la compra pública de innovación generalizada en estos sectores son fundamentales para conseguir los objetivos de independencia tecnológica. Pero, para ello, hace falta tener una visión holística, uniendo disciplinas que, hasta ahora, no trabajaban de forma conjunta.